
Noto que me hago mayor en que cada vez que quiero dar una referencia del tiempo que algo ha formado parte de mi vida ya tengo que contar en décadas. Desde que era niña, unas cuantas décadas atrás, mi padre nos hacía estas rosquillas con la receta de su madre. La misma receta que he encontrado apuntada con la letra de mi abuela, y transcrita también con la letra de mi tita Pili. La receta de la que ahora me toca a mí dejar mi huella aunque no sea de puño y letra, pero en este espacio que es tan mío.
Por lo que he podido saber, este tipo de rosquillas (o rosquillos, como también los llama mucha gente) son la receta de las abuelas de media España. Me hace especial ilusión poder compartir la de la mía, mi abuela Tele, y traeros con ella recuerdos de las vuestras.
Como os contaba, mi padre lleva décadas haciendo estas rosquillas para nosotros, sus hijos, y ahora las hace para sus nietas. Así que estas rosquillas que para mí eran de “la abuela”, para la siguiente generación de mi familia serán “del abuelo”.
Antes de seguir debéis saber que este abuelo en cuestión, mi padre, cocina cualquier receta sin receta. Todo lo mide con los sentidos. Él toca, prueba, huele, escucha y observa, pero en su vida ha pesado un ingrediente, cosa que a mí me trae por la calle de la amargura pero que para esta receta es una habilidad que viene al pelo.
Lo. de no pensarse mucho las cantidades le viene de su señora madre, mi abuela, que usaba también mucho el ojímetro a la hora de cocinar y medir. Así que esta receta va a ser fiel a su origen y al método tradicional, porque si no no sería auténtica ni serían rosquillas de toda la vida. Vamos a poner en práctica la capacidad de intuición y vamos a medir con los sentidos. Y una cuchara.
Que no cunda el pánico porque a pesar de todo voy a tratar de acotar la ambigüedad en la medida que pueda para daros una guía de cómo y cuánto de cada ingrediente, pero no esperéis medidas exactas porque ya os aviso de que, en esta receta, la cantidad de harina que se echa es “LA QUE ADMITA”. Sirva esto de anticipo de lo que viene. Vamos a por ello.
Como siempre, os recomiendo leer el post entero para entender mejor los pasos de la receta y tener más información útil a la hora de poneros manos a la obra.
La receta “original”
He querido compartir con vosotros esta foto de la receta escrita por mi abuela, pero no la toméis al pie de la letra (ella nos lo perdonaría porque así son estas recetas) porque a lo largo de los años mi padre la ha retocado ligeramente para adaptarse a los tamaños de huevos de ahora. Así que las proporciones son ligeramente diferentes. Seguid leyendo para entender mejor esto.

Los huevos
Las cantidades de rosquillas de esta receta se miden en huevos. Sí, sé que suena raro pero la cosa funciona así:
“Voy a hacer rosquillas”
“Cuántas?”
“4 huevos”
Esto es así porque todas las cantidades de todos los ingredientes se calculan en función de los huevos. Una aproximación general con un rango que dependerá de lo grandes que hagáis las rosquillas y del tamaño de los huevos es la siguiente: 1 huevo = 16-20 rosquillas
La fórmula
Con esta fórmula vais a poder escalar proporcionalmente la receta de rosquillas para hacer tantas como deseéis.
Por cada huevo vais a necesitar: 4 cucharadas de azúcar, 4 cucharadas de aceite, 4 cucharadas de leche.
Además necesitaremos otros ingredientes que no se miden por la fórmula.
Factores que pueden alterar la fórmula: Dado que todo está en función de los huevos, ellos son los únicos que pueden cambiarla. Si los huevos son M-L, la fórmula se mantiene. Si son XL, cambiamos las 4 cucharadas de todo, por 5. No hay gran complicación.
Las cucharadas
No nos complicamos. Unas cucharadas soperas con la cuchara de todos los días. No hay que darle más vueltas.
Harina “la que admita”
Es la temida frase de todo cocinillas a ojo. Y en esta receta no podía faltar. De lo que se tratará será de ir añadiendo harina hasta que la masa pueda manejarse con las manos sin que se nos pegue nada, pero que continúe blandita.
Por daros una referencia, para 1 huevo podemos estar hablando de entre 250-315 gramos. Va a depender de cómo de grande fuera el huevo, de cuánto líquido hayamos añadido, de la marca de harina y si se absorbe más o menos… así que, mente abierta, y a sentir la masa con las manos.
Levadura
La receta original de mi abuela usaba papelillos de gaseosa. Nosotros vamos a emplear levadura química (Royal del de toda la vida) y no mucha. Con media cucharadita rasa por huevo será suficiente.
Aceite frito
Esto es opcional pero en mi casa siempre se ha hecho así y la receta de mi abuela así lo indica. El aceite que añadiremos a la masa será un buen aceite de oliva virgen o virgen extra. Y lo vamos a calentar, a “freír” primero con un poco de peladura de naranja. Esto servirá para que se aromatice. Luego lo dejaremos enfriar antes de añadirlo junto al resto de ingredientes.

En cuanto al aceite que usaremos para freír las rosquillas, no es necesario que sea virgen extra. Aquí os dejo elegir el aceite que más os guste para las frituras. A mí me gusta una mezcla de aceite de aguacate y oliva suave porque encuentro que aguantan mejor el calor. Igualmente también lo aromatizamos con un trocito de piel de naranja que retiramos cuando el aceite está caliente y listo para acoger la fritura.
RUEGOS
Si hacéis la receta y os gusta y la queréis compartir, os voy a rogar encarecidamente que no dejéis que se pierda el origen. Que las rosquillas de mi abuela y del abuelo de mis hijas no se conviertan en una receta de rosquillas sin identidad. Compartid el enlace al blog, para que en la receta perdure el factor familiar. Para que quien las haga lea de donde vienen. No le quitéis el valor sentimental que tiene para mí compartiendo una lista de ingredientes descontextualizada. Me entristecería mucho haber abierto el cuadernito de recetas que dejó mi abuela para que se pierda la esencia personal de su receta. Sé que puedo confiar en vosotros.
Creo que ya está todo lo que quería que supierais así que vamos con la receta propiamente dicha.
ROSQUILLAS “DEL ABUELO”
Ingredientes
Cantidades para 2 huevos que resultarán en unas 35 rosquillas aproximadamente.
- 2 huevos
- 8 cucharadas de aceite frito
- 8 cucharadas de leche
- 8 cucharadas de azúcar
- ralladura de 1 limón y de una naranja
- 1 copita de anís (o el licor que os guste)
- Una pizca de sal
- 1 cucharadita pequeña de levadura química
- harina “la que admita” ->> un cálculo aproximado podría ser 500gr.
- Aceite para freír
- Azúcar y canela para rebozar
Pasos
- Rallamos la cáscara de limón y cortamos un poco de la piel de naranja y rallamos el resto.
- En un cazo ponemos a calentar el aceite con el trozo de piel de naranja hasta que empiece a tostarse. Reservamos para que se enfríe.
- En un bol grande ponemos el azúcar y las ralladuras. Masajeamos todo bien con los dedos para que el azúcar se impregne bien de los aromas cítricos.
- Añadimos los huevos y batimos bien con unas varillas o con un tenedor.
- Añadimos el aceite (no caliente), la leche, la sal y el anís y volvemos a batir todo.
- Añadimos la levadura y comenzamos a la vez a añadir la harina. Vamos poco a poco batiendo y sintiendo cómo la masa se vuelve cada vez más espesa y más difícil de batir.
- Cuando sintamos que la podemos volcar a la encimera, enharinamos bien la superficie, volcamos la masa y la seguimos trabajando y añadiendo harina hasta que podamos hacer una bola que no se nos pegue a las manos ni a la mesa de trabajo.
- Vamos separando pedazos de la masa con los que haremos cordones gruesos, como si estiráramos plastilina para hacer una serpiente. Cortamos estas tiras en pedacitos. Cada uno de estos pedacitos será una rosquilla. Les damos forma de bolita y nos deberían quedar bolas del tamaño de una castaña. Hacemos bolas hasta que acabemos con toda la masa.
- Llega el momento de hacer la forma. Haremos un agujerito con el dedo en el centro y lo abriremos un poco. Con un cuchillo vamos a hacer un cortecito en el centro sin llegar al final, sólo para hacer una pequeña hendidura. Os dejo un vídeo más abajo de cómo lo hago.
- En una sartén honda o un cazo, calentamos abundante aceite con un pedazo de cáscara de naranja para darle aroma. Cuando esté caliente retiramos la naranja y vamos friendo las rosquillas en tandas. No nos interesa que se hagan demasiado rápido por fuera porque quedarían crudas por dentro. Así que paciencia y no pongáis demasiadas a la vez. Vamos dándoles vueltas en el aceite hasta que estén bien doradas por todos lados y vamos retirando a un plato con papel absorbente.
- Rebozamos con una mezcla de azúcar y canela y a disfrutar y pensar en los abuelos y abuelas que nos hacen dulces que siempre saben a hogar.