
El pasado 15de mayo decidimos hacer un plan alternativo a la tradicional visita a la Pradera de San Isidro. Por más que me gustan las verbenas de Madrid, necesitaba alejarme un poco de las gramíneas de la ciudad y respirar un poco de aire puro. Y para ser sinceros, llevo fatal las aglomeraciones de gente. No siempre ha sido así. He disfrutado como una enana en conciertos, bares de copas y fiestas de todo tipo en las que te podías dejar caer al suelo y no perdías la posición vertical porque te sostenían los cuerpos de alrededor de tan cerca que estaban. Esto también me llegó a pasar en ocasiones en el autobús, en aquellos tiempos en los que pasaba uno cada media hora… Pero me imagino que hay una edad y un momento para todo. Y después de vivir en Texas, con tanto espacio y tan poca gente por metro cuadrado en comparación con Madrid (y España en general), ahora valoro mi espacio vital como nunca lo había hecho antes.
Así que allá que nos fuimos, a hacer una excursión a la aventura huyendo del bullicio de la ciudad. Y qué gran día pasamos.
Buitrago de Lozoya está a algo más de 70 km de Madrid por la carretera de Burgos. Es un precioso conjunto arquitectónico amurallado que tiene mezcla de estilos que representan todas las culturas que lo dominaron a lo largo de los siglos. La muralla es árabe y dentro del recinto amurallado hay un castillo gótico mudéjar y una iglesia que mezcla una entrada porticada del gótico flamígero con una torre mudéjar. Os aseguro que es una pasada. A continuación os cuento cositas prácticas e interesantes que ver.
Museo Picasso

Aparcando en la calle que lleva hacia el centro del pueblo podemos continuar el recorrido hacia el centro histórico a pie. Pasaremos por una plaza llamada Plaza de Picasso en la que se encuentra el ayuntamiento de Buitrago. En sus bajos alberga un pequeño museo que es una auténtica joya. En él se exhiben obras originales de Picasso que él mismo le regaló a su amigo y barbero a lo largo de los años. Eugenio Arias (así se llamaba el barbero) era natural de Buitrago y decidió donar estas obras a la diputación provincial cuando volvió del exilio en Francia. La visita es gratuita y es muy recomendable.


Muralla

El paseo hacia la parte vieja del pueblo nos adentra en el recinto amurallado. Desde dentro se puede subir a la muralla y pasear por ella. La subida es apta para todas las formas físicas y es fácil y con barandilla. No hay peligro ni dificultad. Subir cuesta 2 euros para los adultos. Desde la muralla hay unas vistas preciosas del río que la rodea y de los edificios que formaban parte del conjunto arquitectónico al que daba protección la muralla. La iglesia y el castillo. Tienen una exposición de distintos elementos de artillería defensiva (ballestas, catapultas…). Son muy curiosos y su uso y funcionamiento está explicado con mucho detalle en paneles informativos. A mí me resultó muy interesante. Se puede también subir a una de las torres de defensa que se alzan sobre la propia muralla.

Iglesia de Santa María del Castillo y torre del campanario

La iglesia es una maravilla. Es una pena que la techumbre gótica se perdiera al desplomarse tras un incendio, pero ha sido sustituida por una de estilo neomudéjar en una restauración posterior y es realmente bonita. Desde su interior se accede a la torre del campanario a la que se puede subir. La entrada a la iglesia es gratuita pero el acceso a la escalera que sube al campanario se hace por unos tornos en los que hay que depositar 1 euro por persona. Nosotros no subimos porque se nos estaba haciendo la hora de comer y cuando se me ocurrió mencionar la posibilidad de subir las escaleras hasta lo alto del campanario mis familiares hambrientos me miraron mal. Muy mal.


Cerro panorámico

Una de las cosas que más me apetecía hacer cuando estaba dentro de Buitrago era salir de allí. Salir para verlo desde lejos y a ser posible desde arriba. Había visto fotos del recinto amurallado como flotando encima del río Lozoya que discurre rodeándolo como en una imagen de cuento. Y yo quería encontrar desde dónde se habían hecho esas fotos así que le preguntamos a una pareja de la Guardia Civil.
Voy a intentar explicar lo mejor que pueda cómo encontrar el camino porque a nosotros nos costó unas cuantas veces de ir y venir desandando caminos que no eran el que buscábamos.

Si llegáis al pueblo procedentes de Madrid hay que atravesarlo hasta su salida donde encontramos una pequeña gasolinera CEPSA. Aquí se puede aparcar el coche. Desde ahí hay que tomar una calle que nos lleva hasta el Puente del Arrabal (también conocido como Puente Viejo). Hay que caminar unos 3 minutos desde la gasolinera y no hay que llegar hasta el puente!
Justo antes del llegar al puente, a mano izquierda veréis que hay una depuradora de aguas. Bueno pues si estáis en la entrada de la depuradora ya os habéis pasado el acceso al sendero. Echad vuestros pasos atrás bordeando el perímetro de la depuradora hasta que veáis un pequeño caminito estrecho y sin señalizar que discurre pegadito a la valla de la depuradora. Ese es el inicio del sendero. Lo explico de otra forma. Si os ponéis de frente a la entrada principal de la depuradora, el camino está bordeando la depuradora por su lado izquierdo.
Al tomar el sendero dejaréis atrás la depuradora y empezaréis a caminar bordeando el río (el río debería quedar a vuestra derecha en este tramo). Ya solo este paseo merece la pena. Iréis bordeando el río por un sendero más o menos llano durante unos 300 metros. A continuación se llega a un pequeño puentecito estrecho de piedra que nos permite vadear el río. A partir de aquí comienzan otros 300 metros aproximadamente en ascensión fácil/moderada. Nosotros lo hicimos perfectamente y sin llevar calzado demasiado adecuado. Hay que ascender hasta que se llega a lo alto del cerro y una vez allí solo queda enmudecer divisando el paisaje. Las vistas de todo el conjunto sobre el río son aún más espectaculares en vivo, con el sonido del viento y el movimiento de la corriente. No sé si era un día especialmente poco concurrido por ser miércoles o si es que poca gente conoce este sendero pero nosotros no nos cruzamos con nadie ni en la subida ni en la bajada.
A la vuelta nos paramos a descansar a la orilla del río y pudimos ver truchas saltando durante todo el rato que estuvimos allí. Metimos los pies en el agua helada y nos refrescamos un poco de los calores de la caminata. Fue de lo mejor de nuestro día en Buitrago.

No os voy a hablar de sitios para comer porque en estos pueblos de la sierra hay fenomenales asadores y restaurantes en los que darse homenajes de los de echarse una siesta después, sobre todo si es invierno. Y como ese no era nuestro plan del día nosotros nos sentamos en una terracita en la Plaza de la Constitución a comer unas raciones con unas cañas.

Si os animáis a una escapada espero que la disfrutéis tanto como nosotros.
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